Los deberes son una tradición educativa arraigada, considerada una práctica positiva y ampliamente aceptada como parte de la rutina estudiantil, que hasta hace poco apenas se cuestionaba. En 2020, cuando los estudiantes pasaron a trabajar íntegramente desde casa, la necesidad de revalorizar los deberes se hizo aún más acuciante. Aunque las escuelas han vuelto al...
Repensar los deberes para aprender mejor
Los deberes son una tradición educativa arraigada, considerada una práctica positiva y ampliamente aceptada como parte de la rutina estudiantil, que hasta hace poco apenas se cuestionaba. En 2020, cuando los estudiantes pasaron a trabajar íntegramente desde casa, la necesidad de revalorizar los deberes se hizo aún más acuciante. Aunque las escuelas han vuelto al aprendizaje presencial, esta es la oportunidad perfecta para reevaluar nuestras prácticas en materia de deberes y su papel e impacto en el bienestar mental de los estudiantes.
Voces críticas han vuelto a examinar las creencias que subyacen a esta práctica, la lógica de asignar horas de deberes y el fracaso que puede suponer que algunos alumnos no completen sus tareas. Uno esperaría que el resultado de los deberes fuera mejorar el aprendizaje, pero el problema surge cuando intervienen muchos otros factores, como las diferencias entre niños, profesores, tareas, entornos domésticos y el hecho de que la interacción de los deberes y el aprendizaje en el aula es única para cada alumno (Vatterott, 2009: 56).
Además, aunque hay muchos niños neurodivergentes en la escuela, muchos profesores siguen asignando los mismos deberes a todos los alumnos de la clase y siguen suspendiendo de forma desproporcionada a los alumnos que no encajan en los estándares de ese modelo de deberes de talla única.
El debate en torno a los deberes está lejos de haber terminado, ya que las conclusiones de las investigaciones sobre este tema son a veces contradictorias, con argumentos y estudios que apoyan a ambos lados del debate. A pesar de las dificultades que entrañan, creemos que los deberes pueden ser un componente importante para reforzar el aprendizaje y la capacidad de organización.
De hecho, una cuestión central de todo este debate es la eficacia de los deberes en términos de rendimiento; a menudo tendemos a hacer más hincapié en «¿cómo podemos hacer que hagan los deberes?» en lugar de profundizar en «¿por qué no hacen los deberes?». Como afirma Vatterott (2009: 88): cuando los alumnos no hacen los deberes, tendemos a enfocar la situación más como disciplina que como aprendizaje. De hecho, las medidas para los alumnos que no hacen los deberes tienden a centrarse en soluciones punitivas como la clave para cambiar el comportamiento -consecuencias como quitar puntos, suspender notas o faltar al recreo o a la comida para hacer los deberes-. Esta descontextualización deja atrás a muchos alumnos y simplifica una cuestión más compleja y estructural sobre la educación y los sistemas de valores.
Un estudio reciente realizado en 2020 (Rodríguez et al., 2020) muestra que cuando los alumnos están convencidos de que hacer los deberes les ayudará a aprender, se produce un compromiso mayor y cualitativo. Llegan a la conclusión de que los deberes no deben plantearse únicamente como una obligación, ya que de este modo sólo se conseguirá que pierdan interés y compromiso.
Así pues, debemos replantearnos los deberes en términos de que sean significativos, tengan un propósito, sean relevantes para los tiempos que corren y estén diseñados para satisfacer las necesidades de todos los alumnos. Los deberes deben hacerles sentir que tienen cierto poder sobre su aprendizaje, que están motivados por la posibilidad de elegir y por la oportunidad de expresión personal, interés y crecimiento.
Por lo tanto, para volver a enganchar a los estudiantes, necesitamos un nuevo formato de deberes, menos estresante y más divertido, especialmente para las asignaturas más complejas como los campos STEAM. La visión del proyecto Erasmus Plus EduGraal de aprender haciendo utiliza la narración de historias, la gamificación y el aprendizaje basado en juegos para hacer de los deberes una aventura en la que se da importancia al progreso y no al fracaso. El alumno seguirá a un personaje a través de su aventura y resolverá «rompecabezas» relacionados con la lección para hacer avanzar la historia. De este modo, podremos llegar a un espectro más amplio, incluidos aquellos con situaciones difíciles, trastornos del aprendizaje y otros entornos desafiantes, para asegurarnos de que los deberes siguen siendo un proceso de aprendizaje pertinente en lugar de una tarea compleja.
Referencias
Rodríguez, S., Piñeiro, I., Regueiro, B. & Estévez, I. (2020). Intrinsic motivation and perceived utility as predictors of student homework engagement, Revista de Psicodidáctica, 25(2), 93-99. https://doi.org/10.1016/j.psicod.2019.11.001
Vatterott, C. (2009). Rethinking Homework: Best Practices that Support Diverse Needs (1st Edition). ASCD.